Robbie Harbour, Ryan Raisch y Eric Gustafson tienen tres cosas en común. Son estadounidenses, viven en Bozeman, un pueblo del Estado de Montana, y forman parte del network homónimo en la red socialonline Facebook. En su comunidad real, que no llega a los 30.000 habitantes, trabajan, estudian, acuden al centro comercial para hacer la compra o van al cine con sus amigos. Pero es en la comunidad virtual, que agrupa a más de 8.000 residentes en ese pueblo y sus alrededores, donde a diario intercambian información sobre su vida, gustos y aficiones.
Sabemos, por ejemplo, que Gustafson cumplió 22 años el pasado 8 de enero, que es un físico recién licenciado en busca de trabajo; que tiene una "orientación política liberal", le gustan las películas de David Lynch y se relaciona con 35 personas. Pero sería suficiente seguir su vida virtual durante una semana para conocerle casi como su madre.
Es verdad. Pese a que darse de baja puede resultar largo y aparatoso, esos mismos usuarios -que en España incluyen a representantes políticos como Rajoy y Llamazares- deciden en qué grupo quieren entrar a formar parte y qué tipo de información compartir. En cualquier caso, para Arturo Paniagua, miembro de Hipertextual, compañía editora deblogs, "Facebook sitúa siempre a sus usuarios demográficamente y geográficamente". ¿Estamos ante el enésimo Gran Hermano de la Red? De momento, algunas asociaciones estadounidenses de internautas se han rebelado contra los gestores del portal, valorado en 8.750 millones de euros. En diciembre, más de 60.000 usuarios exigieron que la empresa retirara un sistema publicitario con el que compartía datos de sus compras. Acto seguido, Facebook anunció que pedirá el consentimiento de cada perfil antes de hacer pública esa información. "Por eso", destaca Paniagua, "es importante leer siempre la letra pequeña. El usuario medio no lo suele hacer y acaba picando". Como en la vida real.
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